Un brevísimo acercamiento al derroque de los cánones literarios

21.09.2021

Por Miguel García Ramírez*

Revista Tóxicxs N° 6, diciembre 2021 

I


Derrocar a los cánones literarios: sobre las responsabilidades lectoras y creativas

"Allí están los poetas de México y Argentina, de

Perú y Colombia, de Chile, Brasil

Y Bolivia

Empeñados en sus parcelas de poder,

En pie de guerra (permanentemente), dispuestos a defender

Sus castillos de la acometida de la Nada.

Roberto Bolaño.




Poco se habla de la necesidad de leer. Yo escribo esto desde una incierta comodidad, en un rincón latinoamericano, sí, pero tranquilo y privilegiado, que me permite escribir en vez de martillear, golpear, cazar, migrar. Desde este lugar del mundo, la lectura es una chance, un sendero de privilegio y libertades, leer es poder leer, tener tiempo de abrir un libro, tener pesos de sobra para comprarlo o tener la suficiente decisión y suerte para robarlo. No estoy pidiendo lástima ni mucho menos misericordia, no estoy exigiendo nada, me dirijo solamente a aquellos y aquellas que pudieran entender la literatura como una necesidad creativa y que, a su vez, asumen una responsabilidad con el acto de leer y de escribir.

Cómo podríamos seguir tomando al canon literario como un punto de partida, sin cuestionar absolutamente nada, cuando la mayoría de aquellos autores son de países occidentales, donde se come y se respira distinto, donde las cosas y las tragedias se nombran distintas, donde se dibuja y se narra desde otras realidades. Si bien es cierto, la literatura no conoce fronteras, y como escritores partimos desde otras voces, yo, por ejemplo, habría abandonado la poesía si no me hubiera encontrado con la obra de Wislawa Szymborka, poeta polaca acreedora del Nobel en 1996. Pero aquí prácticamente no nieva, aquí el sol pega directamente a la cara, la tierra es seca, cruel y otras veces amable y fructífera, pocas-muy pocas veces. Hay selvas. Hay desiertos. Hay ciudades grandísimas, tanto que los cuerpos desaparecen sin dejar rastros. Se lee cuando se puede. Se escribe, todavía peor, cuando uno tiene la grandísima necesidad de delatar o delatarse. Aquí narramos desde una cuna violenta y enmudecedora.


"Derrocar al canon, o soñar con ese posible triunfo, puede ser nuestra única ventaja".


Pero, ¿qué hay de aquellos que no tuvieron voz ni voto dentro de las grandes editoriales? Aquellos y aquellas que ni siquiera formaron parte de aquel movimiento anticultural latinoamericano, o específicamente mexicano, ya ni decir del dichoso y mañoso canon literario universal. Podríamos invocarlos desde una especie de marginalidad absoluta, y me salta el nombre de Abigael Bohóquez, poeta mexicano nacido en Sonora en 1936 y que falleció el 28 de noviembre de 1995. Y es que la tan mencionada literatura contemporánea abarca muchas décadas y muchísimos nombres, pero todos deben mantener cierta obediencia social y estética, cosa que no pasa con la poesía de Abigael, donde el fuego homoerótico se entrelaza con el compromiso social y unas ganas irremediables de revancha. Gran amigo de Efraín Huerta y admirador de los versos del quizás su único antecesor de la visibilidad homosexual en la poesía mexicana, Salvador Novo, encontró una forma única y elocuente de narrar desde lo sexual hasta lo trágico, con una visión marxista-socialista y una valentía poética capaz de nombrar al SIDA (AIDS) y narrar ese sinnúmero de muertes que el virus se llevaba (lleva) consigo. Como fue el caso de su libro Poesida, publicado hasta el 2019 por la editorial de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), acerca del cual Gerardo Bustamante destaca: "Por su parte, Poesida es el texto que Bohórquez ya no pudo ver publicado. Libro ganador del Premio Internacional de Poesía, convocado por el CONASIDA, la Organización Panamericana de la Salud y la UNAM", y cuyas "instituciones convocantes ni publicaron la obra ni le entregaron el monto económico". Posteriormente, tres años después para ser exactos, Abigael fallece en condiciones precarias. Pero, ¿cómo se relaciona esto con el canon? Sencillo, la literatura marginal, si hay que nombrarla e intentar abarcarla de alguna forma, está destinada a las sombras de un sistema capitalista y traidoramente cultural que favorece los sentidos de algunos cuantos.

Nos corresponde pues, como escritores y escritoras, como lectores, como detectives que buscan desesperados entre las hojas de los libros, responsabilizarnos de nuestros actos lectores y escriturales. ¿El canon literario me brinda las herramientas, más allá de una práctica experiencia estética, para poder desarrollar una narrativa o poética propia, donde podamos documentar o plasmar una realidad ajena y distante a la del primer mundo?

Lo dijo el buen Abigael Bohóquez en su poema Duelo:

Vengo a estarme de luto

porque puedo.

Porque si no lo digo

yo

poeta de mi hora y de mi tiempo,

se me vendría abajo el alma, de vergüenza,

por haberme callado.


Allan Kaprow
Allan Kaprow


Somos pues de nuestra hora y de nuestro tiempo, pertenecemos al lugar y espacio donde existimos, y cada decisión marcará el rumbo de nuestro provenir. Derrocar al canon, o soñar con ese posible triunfo, puede ser nuestra única ventaja, en un ámbito tan cruel y efímero como el literario, donde todo parece establecido, pero por suerte, estamos aquí para reescribir y escribir y así sucesivamente. Individualmente puede que sea posible, me refiero a derrocar nuestras propias lecturas y posteriormente nuestras futuras líneas. Aunque puede que mañana nadie recuerde nuestros rostros, con suerte quedará algún versito que haya hecho nido en la cabeza de un niño o niña entregados al desquicie y que destinarán su existencia nuestramericana o dichosamente tercermundista, a una poesía comprometida con evidenciar los innumerables fallos de una realidad impuesta.


II

DERROCAMIENTO


Escúchese la voz del fusilado


Escúchese la voz del sediento y de la mujer

que agita las manos

-desesperada-

a unos pasos de la orilla de la playa


Escúchese al hombre que se golpea la cabeza

con la puerta del palacio municipal


Escúchese al niño que suspira

con la película más melosa de todas


Escúchese a la niña que patea una botella

y que le ha roto la cabeza

a la figurilla del dios ajeno


Escúchese el próximo verso donde no digo nada

...


Escúchese la boca del perro de las costillas salidas

como un océano

como la cima del volcancito inactivo

que pudiese despertar cualquier pinche día

y quemarnos las pestañas con sus cenizas


Escúchese la voz del exiliado


Escúchese el temblor de las próximas generaciones

Sus piernas de estambre

Sus pieles nuevas y alborotadas

Los sexos innecesarios y hambrientos

Las nuevas palabras para ofender al enemigo


Escúchese pues la voz del fusilado


Cada sentencia sobre nosotros es una caricia

Cada imposición de la lengua

-no hace más que ensalivarnos-

hace que se nos haga agua la poesía

para llevarles la contra


Y línea a línea

ya sea de cocaína-polvo del desierto donde las patrullas fronterizas hacen su rondín malicioso-tierra infértil-tierra cansada de parir chayotes-versos (pues qué más... da)

Así derrocaremos lo canónico

y beberemos del elixir furioso

atentos y atentas a la próxima "buena voluntad".




*Miguel García Ramírez (1993. México, Ciudad de México).

Escritor, fotógrafo y gestor cultural. Autor del libro Poemas mal-habidos (San Luis Potosí, México, 2020) publicado por la editorial independiente Pez Ciego. Instructor de talleres de fotografía en el Centro Regional Cultural de Ecatepec y en Casa del Lago (UNAM). Publicado en diversas revistas independientes como Monodemonio, Ek Chapat, Escrófula, Granuja, Estrépito, Sierpe y Revista Tóxicxs. Actualmente estudiante de la licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

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