Enganchados, por Morgan Vicconius Zariah

19.09.2020

Narrativa de la mano de Morgan Vicconius Zariah, escritor y gestor cultural dominicano. 

Fue miembro fundador de blogzine Zothiquethelastcontinet dedicada a la ciencia ficción y fantasía oscura. Integra la Asociación Dominicana de Ficción Especulativa (ADFE) y el colectivo Mentes Extremófilas.




ENGANCHADOS*



Hace mucho tiempo que la sequía hacía juego con el paisaje gris, seco y post-apocalíptico que conformaban las tierras de Mundonuevo. La brisa seca traía siempre consigo el rumor a radiactividad. Las personas habían olvidado la forma anterior de la Tierra desde la caída de los misiles. El esplendor de la naturaleza y las ciudades que antecedieron a este hecho, vivían sólo como vagos sueños en la mente de la gente de Mundonuevo aunque el sesenta por ciento de su tecnología sobreviviera. Se habían tejido leyendas y rumores sobre aquel entontes. Sobre la pureza de su aire, la abundancia de las especies naturales y los bosques tan diferentes a las plantas que había dejado el episodio nuclear. Las plantas de Mundonuevo se habían adaptado al paisaje, a la desolación, a la desesperanza y a la corrosividad. Sus formas parecían ser una metáfora del alma humana que se abría camino ante la adversidad.

-Parece brisa de lluvia mami -murmuró una pequeña niña, sentada frente a una ventana de cristal abierta. Su cabello rojizo y tenue lucía despeinado.

-Sí. Por fin lloverá. Los pronósticos eran ciertos. Será el fin de dos años de sequía, ojalá y se prolongue la lluvia por algunos días, así mitigaremos este calor sofocante -dijo la madre de la niña, una mujer alta y atlética quien estaba acompañada de otra mujer en aquella pequeña habitación. El Sol brillaba empañado y rojizo en la atmosfera y ya rayaba más de las cinco de la tarde, cuando las espesas nubes empezaron a cubrir sus rayos desoladores y los primeros atisbos de lluvia parecían introducirse por la ventana abierta. Un trueno se arrastró en el cielo hasta penetrar a la habitación.

-Llamaré al Maco. Esperemos que aún sean tiempos propicios para encontrar Príncipes Azules. Hace dos años que no conseguimos nada de dinero.

-Llámalo, seguramente tendremos trabajo. Hay que aprovechar esta pequeña tormenta.

El Sol quedó envuelto en el manto nuboso y las nubes se descargaron de repente sobre la desolación y la sed de esta sección de Mundonuevo. El suelo recibió con agrado esta caricia acuática proveniente del cielo y que no estaba del todo desprovista de acidez. Pronto el olor a tierra mojada se asomó por la ventana trasformando el rostro seco de los habitantes de la habitación en un oasis de esperanza. Las reservas de agua y los alimentos escaseaban por los estragos de la sequía prolongada. Los pozos subterráneos de la sección Primavera empezaban a disminuir a causa de la gran demanda de sus habitantes. La lluvia comenzó a caer con intensidad, rugía entre truenos y relámpagos que se extenderían por largas horas. Las mujeres participaban de una videollamada con El Maco mientras caía la noche en plena tormenta. La imagen se desvanecía por momentos en el monitor a causa de las interrupciones que producía la lluvia en los transmisores.

-¡Crucemos los dedos! Y esperemos que no empiecen a merodear por ahí los principiantes. Espero que ganemos un buen grueso esta vez Khaal -le decía el hombre a la mujer alta, quien mantenía absorta la vista ante la lluvia que bañaba los cristales de la ventana. Su hija recostaba la cabeza al nivel de su cintura mientras disfrutaba el espectáculo de relámpagos en el cielo.

-¡Sí Maco!, es mejor mantener alejados y despistados a esos mamarrachos. Tenemos que cuidar la población y que no se extingan por sus malas prácticas -el monitor en la habitación se perdía por instantes entre una tormenta de ruido blanco-. Antaño la caza excesiva casi acaba con el bosque marchito. Por suerte está prohibido desenterrarlos en sus escondites.

-Estaré allá en menos de una hora Khaal. Prepara el laboratorio.

-Te esperamos.

La niña hacía un signo de interrogación con sus cejas, como quien no entendía una sola palabra de lo que allí se hablaba. En pocas horas, la lluvia cesó por un instante y ella los oyó croar bajo el cielo rojizo a causa de las nubes que aún poseían agua.

-Mami... ¿Dónde están los sapos cuando no hay lluvia?

-Ya esperaba de ti esa pregunta mi pequeña Altena. Le hice la misma pregunta a mi madre cuando pequeña, pero ella no supo responderme. Serás una profesional en el negocio. Antes la gente decía que los sapos caían con la lluvia o los traía la crecida de los ríos por desconocimiento. Al no verlos en las estaciones secas, pensaban que habían desaparecido del ambiente. Pero ellos están muy cerca de nosotros cuando no hay estaciones de lluvia, se esconden bajo el suelo, cerca de la humedad del subsuelo o las raíces de las plantas y entran en un estado parecido a la hibernación. Su oído es muy afinado y pueden escuchar el sonido de la lluvia a través de sus detectores sísmicos que poseen en su oído interno, y es entonces cuando afloran a la superficie en busca de agua fresca, de alimento y reproducción.

-¿Por qué no le habías enseñado esto antes Khaal, Altena es muy Lista?

-Le estaba dando su tiempo Kleo. A veces no hay porque apresurarse, su curiosidad la llevará a ser una experta.

-Yo sé que son anfibios.

-Sí, las ranas y los sapos son anuros, no tienen cola y pueden vivir en agua o tierra; aunque el sapo es más terrestre, yendo a los charcos de agua dulce solo para su reproducción. Entre estos que escuchas hay una especie altamente tóxica llamada Rhinella Marina. Y se dice que su nivel de toxicidad aumentó después de los misiles.

-¿Toxicidad?

-Sí hija. Estos animales naturalmente liberan toxinas para protegerse de los depredadores. Tras sus ojos y sobre el tímpano del animal, están las glándulas parotoides de donde segregan la bufotoxina, la cual también se encuentra en su piel y es incluso mortal para el ser humano después de su mutación tras el incidente que afectó a la humanidad. Yo trabajo con esa toxina, de la cual El Maco, tu Tía Kleo y yo extraemos la Bufotenina con las que creamos los Príncipes Azules. Con ellos te hemos criado. Solo nosotros sabemos el secreto de crear Príncipes Azules de alta calidad y es el secreto que deberás guardar en el futuro.

Tras aquella charla al tiempo que organizaban el laboratorio, un hombre vestido con guantes y vestimenta negra surgió en el monitor captado por la cámara de vigilancia. Lucía un impermeable adornado de gotas de agua deslizándose y un auto del cual había salido. Las puertas se abrieron. Khaal y Kleo fueron a su encuentro no sin antes vestir también aquella indumentaria de látex y guantes negros.

-Esta noche Altana, vas con nosotros -dijo Khaal tomando una mochila. En esta se encontraban las herramientas del oficio y contenedores plásticos donde introducirían los sapos. La lluvia ya había disminuido a una débil llovizna. Procedieron inmediatamente a vestir Altana con un pequeño uniforme con capucha que encajó perfectamente en la niña de seis años.

Salieron a pie y se adentraron cerca de los bosques marchitos. En la superficie se podía notar saltar entre los charcos una gran variedad de sapos, entre ellos, el que buscaban. Otra visión curiosa fue una aglomeración de adolescentes y algunos adultos que se acercaba al bosque. El equipo de cazadores observaba sin dejarse ver cómo estos llegaban literalmente a besar sapos, para aprovechar el efecto alucinatorio de la bufotenina. Muchos entraban en un trance místico y permanecían en estado catatónico bajo la lluvia. Los menos expertos corrían la suerte de besar el sapo con el veneno potenciado, mutado por la radiactividad y no vivirían para contarlo.

-Ponte la máscara Altana -exclamó Khaal, pasándole una máscara protectora al tiempo que ellos procedían a colocárselas.

-¿Qué hace esa gente aquí?

-Son estúpidos -contestó El Maco-. Los supervisores de medio ambiente deberían estar aquí pronto, así que a movernos.

Ante su vista, unos cuantos muchachos que buscaban experiencias de alteración de la consciencia cayeron muertos tras uno minutos de haber besado al Sapo Marino. Pronto, metieron un manojo de sapos en los contenedores que llevaban en la mochila y los llevaron al laboratorio. Una hilera de tubos de ensayos y alambiques se extendía en el cuarto como en una estancia de alquimistas. Khaal y El Maco tomaron varios ejemplares y clavaron sobre sus glándulas la aguja extrayéndoles el veneno. La niña fue llevada a su habitación.

-Kleo aísla la molécula N-dimetil-5-hidroxitriptamina radiactiva -ordenó El Maco mientras ponían el alcaloide dentro de un líquido azulado-. Los dirigentes de la sección Aurora quieren besar sapos y tienen para nosotros muy buen dinero, debemos apresurarnos.

Un líquido azulado brillaba en un gran contenedor circular conectado a los alambiques. Y una fuerza eléctrica manejada, aislaba y reproducía las moléculas del alucinógeno que pronto estaría listo para la venta en pequeños frascos con formas de tubos de ensayo. Alrededor de media hora llegaron los distribuidores a cargo del Maco. La noche era propicia y el sueño narcótico se prolongaría por días en las entrañas de Mundonuevo. El rumor de los Príncipes Azules se había propagado y la gente se movilizaba para conseguir el de mejor calidad. Querían evadirse de la realidad, de la desolación que había dejado sobre sus almas aquel fragor nuclear. En sus mentes querían evocar palacios de ensueños, mundos de hadas y demonios, querían vislumbrar el antiguo mundo natural y sus leyendas que vivían en lo más profundo de sus subconscientes como una suerte de arquetipo. Era la manera de alcanzar aquel edén prometido, aquél estado ideal que ni siquiera la realidad virtual hace tiempo olvidada, les había podido ofrecer.

-Déjame probar -dijo un dirigente de la Sección Aurora, pasando un fajo de billetes al Maco y tomando una canastilla con varios frascos. Al momento de tocar el líquido con su lengua, una legión de visiones se desencadenó en su cerebro. Las formas lo arrastraron hasta su infancia construyéndole un castillo en un cuento de hadas. Ante la vista del Maco, este sólo era ya un personaje en estado catatónico y con la mirada perdida.

El Maco había suplido los productos. Su tecnología psicotrópica estaba contando historias en todos los rincones de Mundonuevo. Los besadores de sapos descubrían sus príncipes interiores. El Maco se sentía ahora solo en el mundo real, abandonado en él como un huérfano del universo. Al Volver con Khaal y Kleo descubrió que su hija Altana dormía. Llevaba en su mano un frasco, y tomándose primero de las manos con Kleo y Khaal a modo de cadena ritual destapó el frasco.

-Viajemos a nuestro interior. Allí la naturaleza permanece intacta, en su mágico esplendor.

Después del sorbo, los jóvenes químicos permanecieron en estado catatónico, mientras sus mentes se abrían paso más allá de sus recuerdos genéticos, trayendo consigo el material con el cual se construyen las leyendas.



*Enganchados fue publicado en Revista Tóxicxs N° 1 (Agosto del 2019).

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